[Publicado por en su muro de FB]
Mi niñez terminó cuando un día, después de comer, en lugar de salir corriendo otra vez a mi cuarto me quedé para ver el telediario. Recuerdo que fue un día cualquiera, de repente, comprendí el interés de los adultos, los comentarios de sobremesa. Al principio te lo crees todo, tanto que no te crees otra cosa: hablas de lo que allí se habla, tus conversaciones giran en torno a sus titulares: qué si el ébola, que sí una consulta y todo lo demás, lo que no sale en cabecera, es tu vida.
Tiempo más tarde y si consigue uno rodearse de la gente adecuada, descubre poco a poco que las noticias son algo así cómo los Reyes Magos, sólo existen mientras quieras creer en ellas. Nos estamos perdiendo todo lo que queda fuera del escaparate y de esto modo, un día alguien nos explica algo como el caso del 4F o el Pla Caufec, y llevándonos las manos a la cabeza pensamos “¿Cómo no sabía nada de eso?”.
La ingenuidad debe de ser algo muy duro porque parece que nunca se acaba de romper. Afortunadamente, hartos de que “vida” sea sinónimo de “hipoteca”, este espejismo de paz social se rompe por momentos y cada vez somos más los que después de un saludo incómodo, sonreímos y sabemos que entre humanos, no es delito tan grave, mirarse a la cara.
Ayer alguien me miró a la cara y me habló de su vida: Era un compañero encausado por el Pla Caufec. Uno, entre otros muchos que no se quedaron en la barra del bar, tomando un cortado, mientras comentaban la mala gestión del país. Uno, entre otros que no se contentaron con quejarse en facebook. ¿Increíble verdad? Gente comprometida, que hace lo que dice, nada más. Qué denuncia la especulación, defiende el territorio y actúa. ACTÚA de forma sensible y demostrando una inteligencia que debe de ser ancestral, porque hace mucho que no la habíamos visto. Por fin en este país habrá gente consecuente, gente que será juzgada y probablemente, encerrada en prisión.
No se necesitan muchos datos más, ya que es su mirada transparente la que hace comprender que estamos frente a una injusticia. La templanza y la humildad de aceptar hasta las últimas consecuencias. Algo de lo que sinceramente, estamos muy flacos hoy en día. Algo va mal, muy mal cuando esta gente, valiente y organizada puede pagar con años de vida defender lo que es de todos y no hablo de Collserola o las 40hc que Sacresa quiere comercializar para su lobby. Esta gente puede pagar con cárcel lo que debería ser de todos: el sentido común. El sentido común de defenderse frente a un ayuntamiento sordo o una policía fraudulenta, defenderse de la especulación, de la miseria y de la mediocridad que abunda en nuestras calles.
Gracias a su ejemplar organización, hasta aquí llegan las malas noticias, debido al inminente desenlace judicial y coincidiendo con un despertar común , la solidaridad se propaga por Ateneos, sindicatos y fiestas alternativas, se estampa en camisetas, se pega en carteles, se traslada a las conversaciones, se contagia en las sonrisas.
Quizá la gran victoria de estos vecinos no fue detener el PLA CAUFEC por más de 20 años, quizá su victoria será recordarnos aquello que es de todas: la dignidad que otorga defender el sentido común.
Escribo estas líneas porque no quiero que nadie de mi alrededor ignore esta situación, y si este texto llega hasta ti, serás tú quien decida hacer ver que no lo ha visto.
Si vostr@s compañer@s estáis dispuestos a llegar hasta aquí, que menos, que acompañaros
Nada más, nos vemos (como muy tarde) el día 18 en la Manifestación de Esplugues.
Salut, ni muts ni a la gàbia.
NI MUTS NI A LA GÀBIA